lunes, enero 10, 2005

Micropolíticas



¿Atrapar la mosca?. No, quizás tocar la mosca. Acariciar la mosca. Tender un dedo hacia su cuerpo. Señalarla. Dejarle mi piel. Alfombrarla.

Torcer los ojos hacia una esquina: dos puntos negros y raudos pasan volando. Como dos flechas, señalan. Pupilas como moscas. Allí, donde ya estoy mirando, donde todos no podemos dejar de mirar, sucesivamente. Un dedo señalando allí-allí –allí y allí, se posa sobre las cosas. Y los demás-ojos-enjambre le seguimos inevitablemente en multitud curiosa y ávida.

No por mucho tiempo permanece en el mismo lugar. Al menos eso parecería. Pero el tiempo que rige su universo no es el mismo que el de nuestro segmento, sin duda.
Acariciar las superficies, descubrir siempre nuevas maneras en que se disponen las partículas de los cuerpos. Infinita deleitación molecular, revolución táctil.