miércoles, enero 17, 2007

Hall

devenir imperceptible




La luz es envolvente, luz de tarde de enero en el trópico. Entra por todas partes, por los grandes ventanales que recorren toda la pared, por enorme el patio donde a lo lejos, en las canchas, mas allá de los flamboyanes, juegan al baloncesto, por los pasillos y las escaleras que confluyen en el gran hall.

El anonimato me acaricia, me amodorra, es como estar dentro de una barriga. El rumor de fondo de las voces y el ajetreo de la gente me hace entrecerrar los ojos. A ratos leo un libro que sostengo en las manos. Nadie me ve, o hay un acuerdo en el que yo formo parte del mobiliario.

Se me cuela por encima del colchón de sonido su voz insistente. Un falsete plañidero de una madre que cerca de mí tortura a su hijo mientras hace los deberes. Nadie más que ellos –y ahora yo, invisible como un mueble- conoce esta relación -ella cambia la voz y el trato cuando se acerca algún conocido. La tirana neurótica tortura sin límites a su cría. Cárcel secreta, seis años de pena emergen de tu propia carne. Todos los días te salva la vida para después quitártela. Me convierto en el pino seco y olvidado despojo de las navidades recientes.

1 Comments:

Blogger Manuel Fernández said...

¿Para quién escribir si no es para uno mismo?

11:23 p. m.  

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